«Lo matarán, pero resucitará al tercer día».
San Mateo 17, 22-27
Os ofrecemos este comentario del evangelio mientras el P. Rafael se encuentra de Ejercicios Espirituales.
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Primera Lectura
Moisés dijo al pueblo:
«Ahora, Israel, ¿qué te pide el Señor, tu Dios, sino que temas al Señor, tu Dios, siguiendo todos sus caminos, y que le ames y que sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando los preceptos del Señor y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien?
Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo, la tierra y todo cuanto la habita. Mas solo de vuestros padres se enamoró el Señor, los amó, y de su descendencia os escogió a vosotros entre todos los pueblos, como sucede hoy.
Circuncidad vuestro corazón, no endurezcáis vuestra cerviz, pues el Señor, vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, el Dios grande, fuerte y terrible, que no es parcial ni acepta soborno, que hace justicia al huérfano y a la viuda, y que ama al emigrante, dándole pan y vestido. Amaréis al emigrante, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Temerás al Señor, tu Dios, le servirás, te adherirás a él, en su nombre jurarás.
Él es tu alabanza y él es tu Dios, que hizo a tu favor las terribles hazañas que tus ojos han visto. Setenta eran tus padres cuando bajaron a Egipto, y ahora el Señor, tu Dios, te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo».
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Salmo
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo:
«El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día».
Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?».
Contestó:
«Si».
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».
Contestó:
«A los extraños».
Jesús le dijo:
«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».
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