Reflexión del Evangelio – 7 de agosto

#EvangelioDelDía

D. Rafael

D. Rafael

¡Buenos días! ¡Hoy es viernes! 

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Nehemías 2, 1, 3; 3, 1-3, 6-7

He aquí sobre los montes
los pies del mensajero
que proclama la paz.
Celebra tus fiestas, Judá,
cumple tus votos,
que no pasará más por ti el perverso;
se acabó la destrucción.
Pues restaura el Señor
la dignidad de Jacob y de Israel:
los desoladores los habían asolado
habían destrozado sus sarmientos.
¡Ay de la ciudad sanguinaria,
toda ella mentira,
llena de rapiña,
insaciable de botín!
Ruido de látigo,
estrépito de ruedas,
galope de caballos,
brincos de carros,
asalto de caballería,
brillo de espadas,
fulgor de lanzas,
heridos sin cuento,
montones de muertos,
cadáveres sin fin,
tropiezan en cadáveres.
Echaré sobre ti inmundicias,
te deshonraré públicamente.
Todo el que te vea
huirá de ti diciendo:
«¡Nínive está devastada!
¿Quién se compadecerá?
¿Dónde encontraré quien te consuele?».

Salmo: Dt 32, 35cd-36ab. 39abcd. 41

R/. Yo doy la muerte y la vida.

El día de su ruina se acerca,
y se precipita su destino.
El Señor hará justicia a su pueblo,
y tendrá piedad de sus siervos. R/.

Pero ahora mirad: soy yo, solo yo,
y no hay dios fuera de mí.
Yo doy la muerte y la vida,
yo hiero y yo curo. R/.

Cuando afile el rayo de mi espada,
y empuñe en mi mano el juicio,
tomaré venganza de mis enemigos
y daré su paga a los que me aborrecen. R/.

Salmo

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 35. 37-39

Hermanos:
¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?
Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 16, 24-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre en su reino».

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